Miembro de la mejor generación de jugadores nigerianos de la historia -Kanu, Yekini, Amokachi, Okocha, Finidi, Oliseh, Ikpeba o Rufai-, el nombre de Enmanuelle Amunike salta al primer foco internacional con el Mundial de Estados Unidos de 1994, cuando 'Las Aguilas Verdes' se descubren al mundo.
Cayeron en octavos ante Italia, en la prórroga, con gol del propio Amunike y dos de Roberto Baggio, pero dejaron un aviso. Dos años después, el oro olímpico en Atlanta confirmaba a una generación irrepetible. "Dejamos huella y un listón muy alto, pero fue un proyecto sin continuidad. A todo el que llegaba después se le exigía mucho y no se cumplían las expectativas", concluye el propio Amunike.
Su progresión, mejor jugador africano de 1994, y su Mundial, le llevó al Sporting de Lisboa y de ahí al Barça de Robson y Ronaldo, en la 96-97. Tres temporadas en el club (dos Ligas, dos Copas del Rey, una Recopa y una Supercopa de Europa), pero prácticamente sólo una y media en activo dados sus persistentes problemas de rodilla. Un disparo suyo que rebota en un defensa y el portero del Betis, sirvió a Figo para empujar el 3-2 definitivo en la final de Copa de la 96/97. Es su acción más recordada en Can Barça.
"En España, por las lesiones, no me salieron bien las cosas. Me da rabia que aquí pensáis que era mal jugador por eso, y no os fijáis en la trayectoria del jugador", reclama dolido Tras su última temporada en blanco, recala en el Albacete, acabando su carrera como jugador en Jordania. "Llegó mi momento, sin más. Mis rodillas ya estaban bien".
Casado con una cántabra, Amunike, ya retirado, aprovecha para sacarse allí el carnet de entrenador y entrenar a chavales en Puente de San Miguel. Entre tanto, se convierte en reclamo publicitario para un anuncio en el que se destaca el saque de banda como su mejor jugada y que lleva el eslogan 'Aprende a Bailar con Amunike' a todos los hogares españoles. "Lo hice porque quise, porque me apetecía, lo que pasa es que todo el mundo te juzga. Yo no hacía mal a nadie", se defiende al ser preguntado si eso colaboró a la imagen de futbolista que se puede tener de él en España.
Tras pasar por Arabia Saudí como entrenador ayudante, Enmanuelle Amunike recibe el encargo de pasar informes de jugadores africanos al Manchester United, sobre todo en la Copa de Africa de 2008. Pero prefiere orientar su carrera hacia el banquillo y acepta la oferta para entrenar al equipo en el que comenzó a jugar en su país, el Julius Berger, para terminar dirigiendo al también nigeriano Ocean Boys la pasada campaña. De vuelta a España, espera una oportunidad aquí. "Espero que alguien me dé la oportunidad, que confíe en mí. MIentras espero, sigo aprendiendo", dice.
Además, da nombre a la Enmanuelle Amunike Soccer Academy en la ciudad de Ikorodou y ha creado un nuevo proyecto para "explicar a los chavales lo que es el fútbol realmente, ya que aquí no se dan cuenta de que para llegar hay que evolucionar constantemente".
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