Abramovich se ha gastado 85 millones en el mercado de invierno para que su equipo siga sin jugar a nada. El Chelsea demostró ante el Fulham (0-0) que es incapaz de hilvanar jugada alguna y que con Torres y David Luiz continúa con los mismos problemas de siempre: no tiene a un Cesc que le haga jugar al fútbol. Así que tendrá que gastarse otra millonada para cambiar la cara a su equipo.
Mourinho y su hijo se debieron de aburrir de lo lindo ante el pésimo espectáculo en Craven Cottage. El técnico del Madrid se debió preguntar qué queda de aquel equipo que él edificó y que Ancelotti no ha hecho más que marchitar. El Fulham pudo haber ganado incluso si Dempsey no hubiera fallado un penalti en el minuto 94. Y la Premier ya es un imposible: está a 11 puntos del United.
Ancelotti heredó el músculo del Chelsea de Mourinho, pero a su equipo le falta la energía, el dinamismo y la intensidad que tenía hace tres años. Lampard no es ni la sombra de lo que fue, a Essien le han fallado en exceso sus rodillas y mientras tanto, lo que ha fichado en el mediocampo es cualquier cosa menos talento.
El Fulham le planteó un partido muy táctico, le cerró todos los espacios y el Chelsea fue incapaz de desbordar una sola vez. Fernando Torres no agarró un balón en condiciones y ante tal desbarajuste se debió preguntar: ¿qué equipo juega peor, el Liverpool o el Chelsea? Así, así, debió pensar.
Sin soluciones, los blues se adueñaron del balón pero no encontraron la manera de superar el muro del Fulham. Sólo el buen desempeño defensivo de David Luiz se salvó entre la mediocridad general del Chelsea, pero el defensa brasileño se equivocó en el minuto 94 al cometer un penalti que desaprovechó Dempsey. Hubiera sido demasiado premio. En Craven Cottage nadie hizo merecimientos para ganar.
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